1949: atentado contra el consulado español en Génova

Antonio TÉLLEZ

Antonio Téllez Solà

Antonio Téllez Solà

En la lucha del movimiento libertario contra el régimen franquista destaca el año 1949 como uno de los más sangrientos, con la eliminación implacable de gran número de sus más aguerridos combatientes. El asesinato sistemático ya se había iniciado en los años 1947 y 1948, con la desaparición, entre otro muchos, de Antonio López y Diego Franco Cazarla (Amador Franco) fusilados en San Sebastián, y de Raúl Carballeira Lacunza y Ramón González Sanmartí, muertos a tiros en la Ciudad Condal.

Las víctimas de este año 1949, sin que nuestra lista sea exhaustiva, afectaron tanto a los grupos de guerrilla urbana como a los que actuaban en las sierras por Aragón y Andalucía, sin mencionar otras regiones que harían este resumen interminable.

El año comenzó con un Consejo de guerra que en el mes de enero condenó a la pena capital a dos guerrilleros aragoneses: Justiniano García (El Macho) y Pedro Acosta Cánovas (El Chaval), ambos nativos de Utrillas (Teruel) y ejecutados en Zaragoza el 22 de marzo.

El 9 de marzo, después de un tiroteo con la fuerza pública, era detenido herido en la Torrasa el gallego José López Penedo, fusilado en Barcelona el 4 de febrero de 1950, junto con Carlos Vidal Pasanau, de 31 años, Saturnino culebras Saiz y Manuel Sabaté Llopart, detenidos todos en 1949.

Miguel Barba Moncayo (Reyes), que había salido en libertad después de haber sido detenido en 1947, era asesinado fríamente por la policía el 11 de marzo en su propio domicilio cuando acababa de salir de la cárcel.

Raúl Carballeira Lacunza

Raúl Carballeira Lacunza

Ramón González Sanmartí

Ramón González Sanmartí

José Sabaté LLopart

José Sabaté LLopart

 

 

 

 

 

 

A medidos del mes de mayo de 1949 pasaba a España, por la provincia de Huesca, un grupo de diez guerrilleros. Ocho de ellos perdieron la vida: Fabián Nuez Quiles, de 36 años, Rogelio Burillo Esteban, de 35, George Camón Biel, de 35, acribillados a balazos cuando intentaban cruzar el río Ebro cerca de Alborge (Huesca). Días después eran capturados los demás componentes de la partida y cinco fueron fusilados en Zaragoza el 8 de mayo de 1950: Mariano Llovet Isidro, de 43 años, José Capdevila Ferrer, de 29, Manuel Ródenas Valero, de 31, Alfredo Carvera Cañizares, de 37, Roger Ramos Rodríguez, de 30. Los dos únicos supervivientes purgaron 20 años de presidio.

En el mes de julio, otra partida guerrillera de once hombres también procedente de Francia, perdía en tierras de Huesca a Aurelio Martí, de 24 años, y Antonio Ribera, de 30.

En el mes de septiembre, el libertario italiano Helios Ziglioli, de 21 años, moría en una emboscada tendida por la Guardia Civil en la provincia de Barcelona.

En el mes de octubre, en la larga lista de los militantes libertarios caídos en la caza del hombre desencadenada por el franquismo figuraban, sólo en Barcelona: Luciano Alpuente, José Sabaté LLopart, Julio Rodríguez Fernández, Juan Serrano, Arquímedes Serrano Ovejas, Víctor Espallargas, José Luis Barrao, Francisco Martínez Márquez. Otros muchos fueron detenidos y no pocos fusilados, como José Pérez Pedrero, Pedro Adrover Font, Jorge Pons Argilés, Santiago Amir Gruañas, Ginés Urrea Piña, además de los ya citados ejecutados con José López Penedo.

El 11 de noviembre eran detenidos en la provincia de Barcelona Juan Vilella (Moreno), de 47 años, José Bartobillo, de 25, José Puertas, de 47, los hermanos Miguel y Jaime Guitó, todos ellos asesinados días después en un descampado.

Por si fuera poco, el 22 de diciembre otro grupo de acción cruzaba la frontera camino de Barcelona, el de Los Maños: Wenceslao Jiménez Orive era muerto a tiros en plena calle el 9 de enero de 1950, y el mismo día eran detenidos dos otros miembros de la partida, Simón Gracia Flerigan y Plácido Ortiz Gratal, que fueron fusilados el 24 de diciembre de 1950.

Y para completar esta escabechina del año 1949, el 30 de diciembre morían en las montañas gaditanas los legendarios guerrilleros Bernabé López Calle y Juan Ruiz Huercano.

Por supuesto, la exterminación prosiguió en 1950, sólo citaremos aquí a los guerrilleros Pedro Vargas Valverde (Castellanot), de 32 años, y Juan Subinyá Heras, de 39, muertos a tiros en tierra gerundense en el mes de marzo.

Muchos de los nombres aquí citados jamás fueron divulgados en el exilio, quizá para no desalentar a otros voluntarios destinados a seguir la misma suerte.

José López Penedo

José López Penedo

Helios Ziglioli

Helios Ziglioli

Los sucesos de Cataluña, que por ser región fronteriza y vaivén permanente de compañeros entregados a la lucha antifranquista no pudieron ser totalmente escamoteados y tuvieron enorme repercusión en el extranjero.

Una de las manifestaciones de protesta, quizá la más aparatosa, se registró en Génova (Italia) donde un trío de jóvenes libertarios italianos atacó la representación consular franquista.

El martes 8 de noviembre de 1949, cerca del mediodía, tras anarquistas italianos: Eugenio De Lucchi, de 21 años, Gaspare Mancuso, de 26, y Gaetano Busico, de 25, se presentaron en el consulado de España, sito en el n.º 3 de la via Brigata Liguria.

Busico llevaba una pistola Beretta y dentro de una cartera de cuero una bomba alemana sipel, de mango de madera para su lanzamiento; Mancuso iba armado con una pistola de calibre 7,65 y llevaba una botella de gasolina; De Lucchi, una Beretta del 9 corto.

Los tres subieron al primer piso después de dar al portero una justificación plausible. Penetraron en las oficinas primero Busico, luego De Lucchi, y cerrando la marcha Mancuso. En la sala de espera encontraron unas quince personas, entre empleados y público. Con las armas en la mano dijeron a la gente que no tuvieran miedo, que sólo se interesaban por la salud del cónsul español. Mientras Busico y De Lucchi mantenían a raya a todo el mundo, Mancuso, después de cortar las líneas telefónicas, se dirigió al despacho del cónsul, donde, por cierto, no había nadie; entonces amontonó en el suelo documentos y algunos muebles y los roció con gasolina.

El cónsul, Juan Teixidor Sánchez, estaba ausente; había ido, al parecer, a una recepción ofrecida por la compañía naviera Italia a bordo del paquebote Cante Biancamano.

Mientras Mancuso estaba entregado a su tarea llegó Busico para cerciorarse de la ausencia del cónsul y sólo pudo desahogarse con un retrato del general Franco que hizo trizas. Después abrió la ventana donde se encontraba el emblema falangista y la bandera roja y gualda; arrancó ambos y los sustituyó por la bandera roja y negra con la divisa Ne dio ne padrone (Ni dios ni amo) que era la de la Federación anarquista genovesa de los viejos militantes.

Mancuso y Busico regresaron a la sala de espera y después de advertir, para evitar sustos, lo que iban a hacer, Busico arrojó la granada contra el de pacho del cónsul, que se encontraba al fondo de un largo pasillo. Estalló el artefacto y Busico fue a comprobar los destrozos y prendió fuego a los documentos previamente rociados de gasolina.

Minutos después todo el mundo abandonaba el Consulado: De Lucchi mezclado con las demás personas, luego Mancuso, finalmente Busico, que antes de salir quiso comprobar que nadie se había quedado en el local. Cuando descendió la escalera se encontró con el portero que intentaba cerrar la puerta de la calle. Tuvo que amenazarlo con la pistola para obtener paso libre.

Diego Franco Cazarla

Diego Franco Cazarla

Carlos Vidal Pasanau

Carlos Vidal Pasanau

Bernabé López Calle

Bernabé López Calle

A partir de aquel momento las cosas tomaron mal cariz. De Lucchi, todavía bajo la emoción de la acción, salió a la calle con el arma en la mano y fue rápidamente detenido. Mancuso, al pisar la calle giró rápidamente a la izquierda y se confundió con los transeúntes, mientras que Busico había salido en dirección opuesta. Antes de alejarse, Mancuso levantó la cabeza y vio como ondeaba al viento la cinta negra de la bandera con la divisa subversiva netamente visible. Subió a un tranvía en la esquina de la via Brigata Liguria y se dirigió al domicilio de su hermana, donde comió, se afeitó y luego se marchó al monte para esperar el atardecer. Hacia las cinco de la tarde compró, en la propia calle del consulado, Il Mercantile, donde ya pudo leer las primeras informaciones sobre el atentado, a continuación fue a entrevistarse con algunos compañeros y estos le comunicaron la detención de De Lucchi, que era interrogado en el cuartel de carabineros próximo al consulado. De Busico no se tenía la menor noticia. Para salir de dudas, Mancuso tomó el primer tren que salía hacia Carrara, que es donde residía su amigo, y llegó a la ciudad del mármol bien entrada la noche. En la Federación Anarquista le comunicaron que los carabineros ya se habían presentado allí para indagar sobre el atentado de Génova.

Pero Busico no había salido de la ciudad liguria y mientras Mancuso se dirigía a Liorna en el coche de un compañero carrarense, el primero se presentaba espontáneamente a la policía para compartir responsabilidades con De Lucchi.

Mancuso permaneció un mes en Liorna y luego franqueó la frontera italo-francesa por Ventimiglia, en compañía de un amigo. Ambos, en Mentón, tomaron un taxi, se dirigieron a Niza y desde allí, por ferrocarril, a Marsella. Al cabo de unos días Mancuso se trasladó a París para esperar que se fijara la fecha del proceso.

Mientras la policía se afanaba para capturar a Mancuso, la prensa genovesa (Il Corriere Ligure, Il Lavara Nuovo, Il Corriere del Popolo, El Nuovo Cittadino) publicaban una declaración de la Federación Anarquista Liguria, firmada por Vincenzo Toccafondo:

«Con relación a la acción represiva contra los anarquistas españoles que expresan en la España martirizada su deseo ardiente de libertad para todo el pueblo, tres jóvenes anarquistas han realizado una acción demostrativa en el Consulado español. En la ideología anarquista es propio que cada individuo actúe por iniciativa propia. Esto debe quedar bien entendido por todos cuantos se esfuerzan en encontrar una presunta conspiración.

Las declaraciones de los jóvenes anarquistas detenidos atestiguan lo que acabamos de señalar. Sin embargo, la Federación Anarquista Liguria expresa su propia y total solidaridad con eso jóvenes que, con el sacrificio de su libertad, han querido manifestar contra la dictadura franquista».

Por esta declaración , Vincenzo Toccafondo, uno de los más viejos y activos propagandistas de dicha Federación, fue inculpado, junto con los autores materiales del atentado, y procesado con ellos bajo la inculpación de apología del delito.

La sede de los Grupos Anarquistas de Génova, sita en la vía Saluzzo n.º 2, fue objeto de un registro policíaco y fueron incautados manifiestos antimilitaristas, ejemplares de la revista de los jóvenes anarquistas ligurinos, lnquitudine, una multicopista y diverso material de propaganda.

Cuando se conoció la fecha del proceso, Gaspare Mancuso se presentó, el 5 de abril de 1950, a las autoridades italianas en el puesto fronterizo de Vientimiglia para compartir la suerte de sus amigos, con los que se reunió en la cárcel genovesa de Marassi. La popularidad que habían adquirido los detenido con su manifestación antifranquista permitió que estuvieran los tres en la misma celda.

De Lucchi, Mancuso, Busico y Toccafondo comparecieron el 10 de junio de 1959 ante un juzgado de Génova, mas el tribunal se declaró incompetente y pasó la causa a la Sala de lo Criminal.

En fin, visto el proceso los días 13 y 15 de noviembre, éste dio motivo a una gran manifestación antifranquista. Comparecieron como testigos de descargo: Federica Montseny; Franco Venturi, doctor en letras e historiador de arte moderno, que había estado preso en España en 1940-1941, Giaele Franchini, viuda de Maria Angelini, el primer comandante de la Sección italiana de la Columna Francisco Ascaso (CNT-FAI), que murió en Monte Pelado (Huesca) en la primera batalla que tuvo la unidad el 28 de agosto de 1936; Marcello Bianconi, de la Federación Anarquista Liguria, que también había combatido en la Columna Francisco Ascaso; Pier Carla Masini, publicista y notable propagandista de las ideas anarquistas en Italia, eminente historiador que con sus artículos y conferencias contribuyó a la campaña en favor de los anarquistas y del pueblo español que se inició a partir de 1945; Aldo Garosi, escritor y periodista de prestigio; su participación en defensa de los acusados contribuyó sustancialmente a transformar los debates en un proceso contra Franco y su régimen. También se leyó una emocionante carta del historiador Carlo Levi, que no pudo estar presente. Uno de los testigos que causó enorme sensación fue el ingeniero Gino Bibbi, anarquista de Carrara, pues su nombre ocupó frecuentemente la actualidad italiana durante la época mussoliniana y a quien se consideró organizador del atentado perpetrado en Roma el 11 de septiembre de 1926 por el joven Gino Lucetti contra el Duce.

Los abogados defensores: Tommaso Pedio, Massimo Punzo, Giuseppe Macchiavelli, Gian Barrista Brubetti, Giuliano Vasalli y Ernesto Monteverde hicieron, en informes brillantísimos, un proceso del régimen franquista, vergü̈enza de la humanidad.

En resumen, tanto los tres autores del atentado como Toccafondo fueron puestos en libertad.

Es digno de destacar que el proceso tuvo mucha más repercusión que el propio atentado.

En el proceso también surgió una nueva inesperada actitud de la magistratura, la cual, ante el dilema de obedecer a la exigencia de la conciencia humana o ser apologista del régimen totalitario que ensangrentaba España, prefirió condescender al primer imperativo categórico y concedió, en el texto de la sentencia, tutte la attenuanti generiche e I’attenuante per I’alto valore morale e sociale del gesto compiuto. ¡Cosa jamás vista en Italia!

Lo excepcional del fallo en el proceso contra los autores del atentado no deja lugar a dudas, pero si los autores directos fueron dejados en libertad no se evitó el absurdo de que todavía el 19 de junio de 1951 los compañeros italianos Ivan Aiati, Alfonso Failla y Gigi Damiani fueran juzgados, en la Sala n.º 11 del Palacio de Justicia de Roma, acusados de apología del delito por la enérgica defensa que hicieron de los tres procesados desde las columnas de L’Umanitá Nova. Damiani y Aiati fueron condenados a ocho meses de cárcel y Failla fue absuelto. El mes anterior, otro compañero italiano, Umberto Marzocchi, que también había combatido durante la guerra civil en la Columna Francisco Ascaso, había sido absuelto después de ser juzgado por el mismo delito.

Publicado en Polémica, n.º 58, septiembre 1995

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4 comentarios en “1949: atentado contra el consulado español en Génova

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  3. Argi

    Enhorabuena por la información, solo un apunte, la foto con el nombre de Carlos Vidal Pasanau es errònea, la foto corresponde a Francisco Martinez Marquez, muerto por la Brigada Político Social de Barcelona cerca de la fábrica de cerveza Damm, tenia un hijo de pocos meses que apenas conoció, vive en Toulouse, se llama Dianto. Salud
    Argi

    Responder

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