Álvaro MILLÁN
Según se comenta, la Casa real y el Gobierno están preparando una coronación que podría definirse como de perfil bajo. Sin excesos ceremoniales, carrozas ni demás boato habitual en todas las monarquías del mundo. No habrá invitados extranjeros, se suprimirá el tradicional Tedeum para darle un tono laico y hasta se insinúa que el Borbón de relevo tomará la corona vestido de paisano. El rey padre ni siquiera asistirá, la reina madre quiere asistir pero está por ver que la dejen, las infantas –imputadas o sin imputar– no estarán presentes y a Urdangarín tampoco se le espera. En fin, un acto triste y deslucido, insólito en una monarquía que se precie. La derecha está molesta y con razón. ¿Qué puede ofrecer una monarquía sino boato y esplendor? Sigue leyendo