Antonio TÉLLEZ
En la noche del 29 al 30 de junio de 1962 estallaron en Barcelona tres bombas: una en las proximidades de un local de la Falange Española, sito en la Plaza Femando Lesseps; otra en el Colegio Mayor Monterols –perteneciente al Opus Dei–; la tercera en el Instituto Nacional de Previsión. Ninguna produjo víctimas y los daños materiales fueron de escasa importancia.
El 19 de septiembre de 1962 fueron detenidos tres jóvenes libertarios acusados de ser los autores de dichos atentados: Jorge Conill Valls, estudiante de química en la Universidad de la Ciudad Condal; Marcelino Jiménez Cubas y Antonio Mur Peirón, ambos obreros.
El día 22 de septiembre los tres jóvenes fueron juzgados por un Consejo de Guerra (causa sumarísima 7l-IV-62) y condenados a las siguientes penas: Jorge Conill a 30 años de reclusión, Marcelino Jiménez a 25 y Antonio Mur a 18. El Capitán general de Cataluña se negó a aprobar la sentencia por considerar que los procesados merecían la pena de muerte y rechazó el fallo del Tribunal Militar, con lo cual debería efectuarse otro proceso. Era muy probable, pues, dado que existían precedentes, que a los tres militantes de la FIJL (Federación Ibérica de Juventudes Libertarias) se les aplicara la pena capital y fueran ejecutados con toda rapidez. Sigue leyendo