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El sabio y el revolucionario. Kropotkin según Malatesta

Errico MALATESTA

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Pedro. Kropotkin es, indudablemente, uno de los que más ha contribuido –quizás aún más que Bakunin y Eliseo Reclus– a la elaboración y a la propagación de la idea anarquista. Por eso tiene bien merecidos la admiración y el reconocimiento que todos los anarquistas sienten por él.

Pero, en honor a la verdad y en interés supremo de la causa, es preciso decir que su obra no ha sido toda y exclusivamente bienhechora. No es suya la culpa; al contrario, fue la eminencia misma de sus méritos la que causó los males que me propongo indicar.

Naturalmente, Kropotkin no podía, como hombre alguno lo podría, evitar todo error y abrazar toda la verdad. Hubiera sido necesario, pues, aprovechar su preciosa contribución y continuar la búsqueda para nuevos progresos.

Mas los talentos literarios de Kropotkin, el valor y la extensión de su producción, el prestigio que le daba su nombradía de gran sabio, el hecho de que hubiese sacrificado una posición de encumbrado privilegio para defender, a costa de peligros y de sufrimientos, la causa popular, y con eso el encanto de su persona, que hechizaba a todos los que tenían la fortuna de acercársele, le dieron tal notoriedad y tal influencia que pareció, y en gran parte fue realmente, el maestro reconocido de la gran mayoría de anarquistas. Sigue leyendo

Violencia y no violencia en el pensamiento de Malatesta

Ángel J. CAPPELLETTI

Malatesta

Malatesta

Mientras algunos de sus adversarios, en el campo de la izquierda, y concretamente los socialistas y comunistas, acusaron a veces a Malatesta de «tolstoiano», otros, más alevosos, desde la derecha, se esforzaron por presentarlo como feroz iconoclasta y predicador de la más ilimitada violencia.

A propósito de Malatesta, escribe Luigi Fabbri:

«Una vez, a cierto sectarismo frío que, a ejemplo de Torquemada, parecía dispuesto a sacrificar media humanidad para salvar, para la otra mitad, la árida fórmula de un principio, tuvo que decir: «iYo daría todos los principios por salvar a un hombre!». Otra vez, contra un terrorismo que se cree revolucionario porque le parecen necesarias las ejecuciones en masa para el triunfo de la revolución, Malatesta exclamaba: «Si para vencer se debiese elevar la horca en las plazas, preferiré perder». En julio de 1921, en su proceso de Milán, terminó sus declaraciones a los jurados con algunas palabras de dolor por la lucha feroz desencadenada en el país del fascismo, lucha «que repugnaba a todos y no beneficia a ninguna clase o partido». Y en las tres ocasiones no faltaron los que acusaron a Malatesta de tolstoiano o cosa peor» (Malatesta p. 28-28). Sigue leyendo

Errico Malatesta

Ricardo MESTRE

Malatesta

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En la forja de las grandes personalidades de la historia, se reúnen elementos y circunstancias distintas. A veces, en virtud de situaciones interinas y de circunstancias de violencia, brillan, en primer plano, quienes lógicamente no deberían figurar en el firmamento del intelecto y de la docencia, mientras viven completamente apagados los que tienen un valor permanente y universal. Este es el caso de la figura que hoy nos atrevemos a siluetear.

Entre los hombres nacidos al calor de la Primera Internacional Obrera, destacan con matices distintos, pero con características similares, Bakunin y nuestro biografiado, Errico Malatesta. Los dos tenían una enorme capacidad de trabajo y un cerebro perfectamente preparado para las labores intelectuales, pero los dos consumieron su larga existencia en la fiebre de la acción, y no porque no sintieran el deseo de expresar en letras de molde sus ideas; Malatesta, había manifestado el deseo de intentar añadir un eslabón más en la cadena teórica iniciada por Bakunin y continuada por Kropotkin. No llegó nunca a realizar de una manera ordenada su obra. La dejó esparcida en revistas, publicaciones y correspondencia durante 70 años. Trabajos completamente terminados, sólo recordamos tres y los tres de divulgación popular de su pensamiento: Entre campesinos, En el café y Anarquía. Sigue leyendo