Ignacio DE LLORENS

bakunin
Los autócratas dan nombre y apellido al Estado. La asepsia represiva y el anonimato ceden el lugar al combate personal, a una suerte de duelo siempre desigual entre el súbdito díscolo y el gobernante. Los zares fueron los últimos monarcas con ínfulas divinas, y la «protección» que brindaron a sus gobernados pretendía ser patriarcal, mostrando sus debilidades al castigar con amor, para obtener el arrepentimiento.
Esta situación se ponía especialmente de relieve cuando los rebeldes pertenecían a familias bien, como fueron los casos de los decembristas y, posteriormente, el de Bakunin y Kropotkin.
Bakunin había renunciado a su carrera militar e iniciado conspiraciones y sublevaciones para derrocar monarquías e imperios. Detenido tras la fracasada sublevación de Dresde, en 1849, de la que había sido su principal impulsor, su cabeza fue pronto un preciado botín reclamado por los diversos estados a los que había hostigado. De este modo, con su detención se inicia un cautiverio por cárceles y mazmorras de diversos países que había de durar más de ocho años. Sigue leyendo →