Markus BESSER
La derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial produjo una gran diáspora de fascistas de toda condición, desde grandes jerarcas a simples soldados o funcionarios. No todos se dieron por vencidos y se resignaron a la fatalidad de su destino y no todos renunciaron a seguir influyendo sobre la realidad política. Esta realidad se refleja con gran intensidad en América Latina, donde los fascistas emigrados tuvieron como aliados a las dictaduras militares que abundaron en el continente durante décadas tras la Guerra Mundial.

Klaus Barbie
Ya antes de que el barco se hundiera, es decir, de que la Alemania nazi y sus aliados se rindieran ante el bloque aliado, las «ratas» abandonaron sus países. No sólo Alemania, sino también Lituania, Polonia, Checoslovaquia y, sobre todo, Croacia, estaban llenos de colaboradores, oportunistas y fascistas convencidos que aprovechando la guerra se habían convertido en torturadores de sus propios pueblos. Toda esa escoria tuvo que escapar y lo hizo como lo hacen las ratas, por la noche, por las alcantarillas o por cualquier grieta por donde les fue posible.
«La vía de las ratas», ese es el nombre que recibió el «callejón de escape» sustentado por gobiernos reaccionarios, Estados Unidos, el Vaticano y Argentina, entre otros, que brindaron ayuda a los fascistas europeos en su huida. Por ella llegaron a Latinoamérica un número apreciable de criminales de guerra que, perseguidos por los sistemas judiciales europeos, no tuvieron más remedio que escapar a países del tercer mundo. Por ejemplo, Klaus Barbie, alias Altmann, ex jefe de la policía secreta alemana (Gestapo) en la ciudad ocupada de Lyón, (Francia), en los primeros años de la guerra, responsable de haber asesinado al jefe comunista de la resistencia francesa Jean Moulin –cuyos restos reposan en el Panteón de los Héroes de París–, torturándolo de la forma más inhumana que cabe imaginar: cociéndolo en agua hirviendo, al mejor estilo medieval. Barbie fue uno de los criminales, que llegaron a ese suelo inocente, pero revoltoso llamado Bolivia. Sigue leyendo →