El consumo irreflexivo, en que vivimos, nos lleva a una ceguera, que nos oculta las consecuencias negativas que se generan en nuestro entorno y a nivel global. Esta destrucción y expolio de la naturaleza, liderada por las multinacionales, se agrava en los países pobres proveedores de materias primas, sin que exista una contrapartida a la actividad depredadora del capital. La deuda social y ecológica generada durante siglos por el capital debe ser reconocida por todos y exigida a sus responsables
Miquel ORTEGA CERDÀ
Más allá de nuestras fronteras Todos sabemos que vivimos en un entorno cada vez más globalizado y que los fenómenos más evidentes de esta globalización se dan en la economía. Hoy en día el nivel de internacionalización de la economía española tiene ya unos niveles muy importantes, tanto en cuanto al número de empresas españolas que están al exterior y las empresas extranjeras en España, como con respecto a los productos importados y exportados. Esto, como veremos, tiene implicaciones ambientales muy importantes más allá de nuestras fronteras.

En España la economía ha tenido en pocas décadas cambios estructurales de primera magnitud. Durante los últimos 75 años ha pasado de ser una economía casi aislada del exterior a ser una economía totalmente integrada en el contexto internacional. De hecho, actualmente España es una de las economías más internacionalizadas del mundo, con un grado de apertura de bienes y servicios[i] próximo al 67%, por encima de países como Francia, Italia o el Reino Unido. Igualmente la inversión española en el exterior ha crecido a un ritmo medio acumulativo del 34,2% durante el periodo 1993-2004. El número de empresas españolas con inversiones al exterior ya supera las 4.000 y el valor estimado de la inversión acumulada fuera de nuestras fronteras es de 114.000 millones de euros.[ii] Sigue leyendo →