El sindicalismo mexicano. Orígenes, apogeo y decadencia

Víctor GARCÍA

La solera sindicalista en México se remonta a mediados del siglo XIX y ya en 1853 existe en la capital una Sociedad de Auxilios Mutuos, cuatro años antes de la célebre Constitución de Juárez. Fue también a mediados del siglo XIX que Ignacio Ramírez, El Nigromante, afirmaba que «El grande, el verdadero problema social, es emancipar a los jornaleros de los capitalistas. Esta operación exigida por la justicia asegurará al jornalero no solamente el salario que conviene a su subsistencia, sino un derecho a dividir proporcionalmente las ganancias con el empresario… En vano proclamaréis la soberanía del pueblo mientras privéis a cada jornalero del fruto de su trabajo».

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En los mismos términos se pronunciaba Ponciano Arriaga, cuyas intervenciones en el Congreso pueden ser suscritas, todavía ahora, por todo revolucionario honesto y consciente: «Los artesanos y los operarios… son, en realidad, tristes máquinas de producción para el provecho y ganancia de los gruesos capitalistas», decía en la sesión parlamentaria del 16 de febrero de 1856. Melchor Ocampo traducía obras de Proudhon y una ventolera revolucionaria convertiría aquella década de lo años 1850-1860 en una precursora de anhelos emancipadores para la clase trabajadora. Ya en 1849 la Iglesia, a través de su órgano La Voz de la Religión del 9 de junio, denunciaba a los filósofos que, desoyendo la voz de Cristo, pretendían mejorar la suerte de los desheredados. Además de Proudhon y Marx los revolucionarios mexicanos leían también a Fourier, Saint Simon, Robert Owen, todo ello cuando en Europa no se había fundado la Primera Internacional (1864). Otro divulgador de las ideas emancipadoras fue el griego Plotino Rhodakanaty, llegado al país en 1861. Fue el principal inspirador del Club Socialista de Estudiantes, fundado en 1865, de donde surgió el primer núcleo del movimiento obrero y campesino de México representado por Juan de Mata Rivera, Francisco Zalacosta, Santiago Villanueva y Hermenegildo Villavicencio. De las efemérides más relevantes del movimiento obrero y la Revolución mexicanos podemos citar la creación, el 15 de mayo de 1865, de la Sociedad Mutua del Ramo de Hilado y Tejidos del Valle de México; y pocos días después las fábricas de San Ildefonso y La Colmena se paralizaban por sendas huelgas. En 1869 estalla la primera revolución agraria encabezada por Julio Chávez, sofocada a sangre y fuego y muriendo fusilado el dirigente agrario. En el año 1900, el 7 de agosto, aparece el primer número de Regeneración que fundara Ricardo Flores Magón, luchador incansable al que Porfirio Díaz persiguió inexorablemente. Murió asesinado en la cárcel de Leawenworth, Texas, el 20 de noviembre de 1922. El 1 de junio de 1906 estalla en Cananea (Sonora), conflictivamente una huelga minera. Más de cien trabajadores muertos, medio millar de heridos, abarrotamiento de las cárceles de la región por los huelguistas presos fue el saldo de esta huelga histórica. Para sofocarla, además de las fuerzas armadas mexicanas, los rangers del norte, al mando del general Rining, participaron en la represión. El 7 de enero de 1907 tienen lugar los sucesos de Río Blanco en los que otra huelga es aplastada con iguales procedimientos sangrientos por las fuerzas armadas de Porfirio Díaz.

Ricardo Flores Magón

Ricardo Flores Magón

Además de las centenares de víctimas, el porfirimo se ensañó fusilando a Rafael Moreno y Manuel Juárez, presidente y secretario del Gran Círculo de Obreros Libres. El 20 de noviembre de 1910, siguiendo el llamado de Francisco Madero, estalla la revolución en Puebla. Y en 21 de mayo de 1911, el convenio de Ciudad Juárez establece la renuncia de Porfirio Díaz, quien la hace efectiva el 25, exiliándose a Europa el 31 del mismo mes. El 7 de junio entra Madero en la capital. Emiliano Zapata, artesano del triunfo revolucionario y máximo representante del movimiento agrario, aglutinado en torno al lema de Flores Magón «Tierra y Libertad», declara que mantendrá a sus hombres armados mientras no se restituyan los ejidos a lo pueblos.

El 28 de noviembre del mismo año, Zapata da a conocer el Plan de Ayala en el que reivindica la distribución de la tercera parte de los latifundios desconociendo las medidas conservadoras de Madero. Práxedes G. Guerrero, al frente de treinta revolucionarios, ofrenda su vida en Janos, Chihuahua, el 30 de diciembre. El 15 de julio de 1912 se funda en México la Casa del Obrero Mundial: «No puede negarse –escribe Silva Herzog– que la Casa del Obrero Mundial dirigida por asiduos lectores de Kropotkin, Bakunin y Elíseo Reclús, influyera durante varios años en el pensamiento de los trabajadores mexicanos». Luz, el órgano obrerista, aparecía paralelamente y la Unión de Canteros patrocinaba en sus locales la Escuela Moderna de Ferrer Guardia. El 18 de febrero de 1913 el general Victoriano Huerta, general en jefe de las fuerzas del gobierno, traiciona a Madero y cuatro días más tarde ordena su asesinato junto con el vicepresidente Pino Suárez. La usurpación de la presidencia por parte de Huerta no es reconocida por los maderistas que se alzan en armas en diferentes Estados. El 26 de marzo Venustiano Carranza proclama el Plan de Guadalupe, llamando al país a las armas hasta que, después de muchas victorias espectaculares de los revolucionarios, en especial de Álvaro Obregón, Pancho Villa y Emiliano Zapata, Huerta dimite el 15 de julio de 1914. El 20 de agosto, Carranza entra triunfante en la capital, pero tanto Villa como Zapata se niegan a reconocerlo. El 23 de noviembre el puerto de Veracruz, que había sido ocupado por los marines estadounidenses el 21 de abril, es devuelto a Carranza, donde se refugia al ser tomada México, por Zapata un día después. La presión revolucionaria zapatista obliga a Carranza a decretar las leyes del Municipio Libre y el Divorcio (25 y 29 de diciembre). El 6 de enero de 1915 Carranza decreta la devolución de los ejidos y el 29 legaliza la cuestión obrera, con lo que embauca a los líderes obreristas firmantes del pacto del 17 de febrero de 1915 según el cual la Casa del Obrero Mundial organizará los célebres Batallones Rojos que tantas vidas dieron en favor de la causa de Carranza. Un año más tarde, el 31 de julio de 1916, los esbirros de Carranza premiarán los sacrificios de los trabajadores clausurando la Casa del Obrero Mundial. Ya Carranza se sentía dueño de la situación y podía prescindir de la incómoda presencia del movimiento obrero organizado. Unos meses antes, el 14 de marzo, la Confederación de Trabajadores de la Región Mexicana, CTRM, celebra su Congreso Constitutivo en Veracruz y en su Declaración de Principios acepta, como finalidad, la socialización de la riqueza y como táctica la acción directa política. Añade que la Escuela Racionalista es «la única que beneficia a la clase trabajadora». El 26 de abril de 1916 la Cámara de Diputados declara a Venustiano Carranza presidente. No terminará su período ya que el 21 de mayo de 1920 será asesinado en Tlaxcalantongo. Su zorrería recibió el premio adecuado y cónsono con el asesinato ordenado por él contra Emiliano Zapata (10 de abril de 1919). El 24 de abril de 1920 e proclama el Plan de Agua Prieta en el que Álvaro Obregón y Pablo González, así como otros generales más, desconocen a Carranza. La revolución sigue devorando a sus hijos y el 20 de julio de 1923 es asesinado Pancho Villa, en el Parral, Chihuaha. El 10 de Julio de 1924, el general Plutarco Elías Calles logra la mayoría, por lo que será proclamado presidente (27 septiembre). Todavía las ambiciones motivarán nuevas muertes: el general Francisco R. Serrano, candidato a la presidencia, es asesinado el 3 de octubre de 1927 y nueve meses después el cristero José de León Toral asesina a Álvaro Obregón, presidente electo y a punto de asumir la presidencia (17 de julio de 1928).

Emiliano Zapata

Emiliano Zapata

El primer sindicalismo mexicano, como ya hemos tenido oportunidad de ver, estaba influenciado por principios anarcosindicalistas. Era finalista y abrazaba la acción directa como táctica. El Artículo 123 de la Constitución de 1917 reconoce el supremo exponente de esta acción directa: la huelga, y en la capital mexicana aún existe una calle con este nombre: «Artículo 123». Después comenzó la involución sindicalista cuyo punto de partida posiblemente lo hallaremos en el pacto del 17 de febrero de 1915 entre los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial y Carranza y la presencia de los Batallones Rojos, tomando partido contra Villa y Zapata. A pesar de la oposición de los anarcosindicalistas, la represión carrancista da la razón a los libertarios y el movimiento sindicalista busca una unidad que pueda contrarrestar el poder político celebrando varias reuniones que Carranza trata de sabotear. La muerte del sindicalista José Barragán Hernández por los agentes federales acelera el empeño de la unidad sindicalista que cristaliza el 10 de mayo de 1918, en Saltillo, fecha en que se funda la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), asumiendo la presidencia Luis N. Morones. Será uno de los integrantes de la trilogía nefasta del sindicalismo mexicano junto con Lombardo Toledano y Fidel Velázquez.

En 1918, el movimiento obrero internacional ya había recibido el impacto de la Revolución rusa y su espejismo irradiaba por doquier, como promisor de las anheladas conquistas obreras y la sociedad justa que acabaría con la explotación del hombre por el hombre. La CROM marcaría el término de la influencia anarquista en el sindicalismo mexicano, hecho que, por lo demás, se daría en todas las coordenadas de Latinoamérica en aquellos días. De 7.000 afiliados registrados en el momento de su fundación, la CROM llegó a tener, en 1926, cerca de dos millones. La habilidad de Calles y la prostitución de Morones convirtieron a la CROM en un instrumento del gobierno, al extremo que en la VI Conferencia (1924), la central sindical nombró a Calles presidente de la misma. Favor con favor se paga: Calles nombra, para su primer gabinete de gobierno, a Luis Napoleón Morones como Ministro de Industria, Comercio y Trabajo. Fue el primer gran corrupto del sindicalismo mexicano. La viveza popular decía que CROM significaba: «Como Roba el Oro Morones». El cinismo de Morones quedó plasmado en Saltillo cuando, aludiendo a los anarquistas, dijo «Bienaventurados los idealistas, porque de ellos es el reino de los desastres». Cuando Cárdenas manda al exilio a Calles, hace que le acompañe Morones. El sembrador se había ido pero la semilla de la corrupción, el oportunismo, la apostasía y la renuncia había germinado y el sindicalismo mexicano se convertiría en el instrumento ciego de los gobernantes de turno.

En el seno de la CROM, Lombardo Toledano se atrevió a !adrarle en la cueva a Morones, y se distinguió por sus veleidades políticas que fueron del comunismo al cardenismo pasando por todas las variantes posibles para terminar expulsado y solitario después de haber alcanzado puntos cimeros en el sindicalismo y la política mexicana. Hasta la creación de la central sindical actual, la Confederación de Trabajadores de México (CTM), el movimiento sindicalista mexicano conoció una época de grupusculismo muy acentuado. En 1921 se fundó la Confederación General del Trabajo (CGT) con varios discrepantes de la CROM, incluidos comunistas y anarquistas. Estos últimos conquistaron la dirección y en 1923 se adhirieron a la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), anarcosindicalista. Fue la más fuerte de todas las centrales sindicales a excepción de la CROM. La misma sopa de letras qua apareciera en el mosaico político se hizo presente en el sindical. A las nombradas había que añadir la Confederación Sindical Unitaria Mexicana (CSUM) adherida a la ISR; el Bloque de Obreros y Campesinos que presidiera Diego Rivera, igualmente marxista; la Confederación General Obrera y Campesina de México (CGOCM) que encabezara el propio Lombardo Toledano antes de conchabarse con Lázaro Cárdenas; la Confederación Obrera y Campesina (COC) capitaneada por Ricardo Treviño; la Confederación Nacional Proletaria (CNP) con Enrique Rangel y Alfredo Navarrete al frente, pero todo ello no eran más que intentos desesperados para impedir el fortalecimiento de la CTM. Este grupusculismo continuó inclusive después del asentamiento definitivo de la central sindical gubernamental y podemos citar a la Confederación Unitaria de Trabajadores (CUT) que Toledano creara en 1947 cuando es expulsado de la CTM, que pasa a ser llamada Unión General Obrera Mexicana (UGOC), el Bloque Nacional de Trabajadores (BNT), y hasta se crea, en 1961, una Confederación Nacional del Trabajo (CNT). El propio Cárdenas, para mermar el poder de la CTM, todavía muy dominada por Toledano, crea la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) y en el agro aparecen la Confederación Campesina Independiente (CCI) y el Consejo Agrario Mexicano (CAM). La CNC fue un instrumento muy útil para controlar el campo y para transportar a campesinos a votar por el PRI en las elecciones. (Los mejores resultados los obtiene el PRI en los distritos rurales más pobres). Pero sus líderes deben lealtad al sistema, en lugar de a sus miembros, e incluso a nivel de ejidos individuales, los dirigentes locales de la CNC, con frecuencia, intervienen para imponer un líder electo a la comunidad.

Lombardo Toledano fue el gran artesano de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) después de haberse distanciado de la CROM y haber fundado, en octubre de 1933, la CGOCM. A fin de dar apoyo al régimen de Cárdenas se crea la CTM en febrero de 1936. Once años más tarde Toledano será expulsado de la CTM, aunque desde 1941 ya había sido desplazado de los puestos claves de la central sindical por el tercer elemento de la troika sindicalista mexicana, Fidel Velázquez. Este, desde la Secretaría de Organización, fue socavando el piso a Toledano hasta que terminó por desplazarlo, primero, y expulsarlo después. Supo organizar un compacto cuerpo de guardaespaldas dispuestos a todo; y donde la persuasión y el soborno no llegaban, hacía intervenir las porras de sus secuaces.

Los presidentes de México duran seis años en el poder y no pueden ser reelegidos. Fidel Velázquez pasó medio siglo al frente de la todopoderosa CTM y puede jactarse en decir que, mientras los presidentes de la república pasan, él permanece. El PRI le dio el espaldarazo total a cambio de la lealtad firmemente demostrada de Fidel. Su apoyo incondicional al gobierno durante los hechos de octubre de 1968 impidió una deseable alianza obrero-estudiantil permitiendo a Díaz Ordaz sofocar, a sangre y fuego, la protesta ciudadana y estudiantil. A cambio de ello, a Velázquez se le permitió el privilegio, por ejemplo, de anunciar al tapado, el futuro y seguro presidente de la República, surgido del conciliábulo sostenido por las élites dirigentes del PRI. López Portillo, al hacer entrega de su mandato a Miguel de la Madrid, diría: «La historia de México no se entiende sin Fidel Velázquez. Es un líder extraordinario y excepcional, tanto como un patriota ejemplar y un magnífico mexicano».

En México las huelgas no afectan al sector público y oficial porque es labor de patria no dañar al Gobierno en sus gestiones y la CTM vela para que así sea. El entreguismo del sindicato al Gobierno se hizo patente cuando, con motivo de la visita del presidente de los Estados Unidos, Lindon Johnson, la CTM movilizó a sus acarreados para ofrecer al jefe norteño océanos de manifestantes en su honor. Fue la CTM la que en 1941 decretó «la renuncia temporal al derecho de huelga» y suprimió su Sección de huelgas. El presidente, Salinas de Gortari, trató de «limpiar» los establos de Augias en que se ha convertido el sindicalismo mexicano, metiendo en la cárcel a Joaquín Hernández Galicia, La Quina, amo absoluto del potente sindicato de los trabajadores petroleros, pero el sindicalismo mexicano resulta ser, regresando de nuevo a la mitología, una siniestra Hidra de Lerna cuyas cabezas cortadas renacen como por ensalmo.

Publicado en Polémica, n.º 39, octubre de 1989

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