La represión generalizada e indiscriminada que se ha desencadenado contra el movimiento anarquista en Barcelona y Madrid solo tiene una explicación: se trata de un intento desesperado del Gobierno del Partido Popular de generar un escenario de conflicto que permita proteger la estructura del Sistema. Lo hemos visto muchas veces en la historia: primero se genera el caos, luego llegan los salvadores a poner orden.
Inmersos en una crisis que no tiene ni tendrá fin, y que agrava sin cesar las condiciones de vida de millones de ciudadanos, hundidos en el descrédito que la corrupción ha generado, acorralados por movimientos sociales cada vez más amplios, los partidos del régimen del 78 ya ni siquiera puede confiar en que unas próximas elecciones les permitan mantenerse en el poder democráticamente. Por tanto, esta democracia –pese a su ínfima calidad– empieza a ser un problema para ellos.
La reciente aprobación de la Ley Mordaza de Fernández Díaz y los hechos que están ocurriendo en estas horas y que proseguirán posiblemente en los próximos días, no son hechos aislados. Era una ilusión pensar que este régimen, que siempre lo ha tenido todo atado y bien atado, iba a resignarse desaparecer sin más.
La respuesta de los ciudadanos debe ser rápida y contundente, pero una escalada de violencia en las calles es precisamente lo que el Sistema está intentando provocar y lo que necesitan para lograr sus objetivos.
Nos están preparando otro ‘Scala’.
Exacto, solo que en esta ocasión están mucho más desesperados y se sienten mucho más débiles que en 1978.
No tenemos opción, la salida a este estado de cosas es el trabajo en los círculos de PODEMOS y asaltar las instituciones con esta marca electoral. Una vez alcanzada la representación formal según sus reglas de juego, la tarea consistirá en mantener el poder de los círculos en los procesos de toma de decisiones para el establecimiento de las lineas estratégicas de la acción política.
Para ello, la concurrencia del mundo libertario junto a este movimiento se torna un imperativo moral.
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